sábado, 13 de marzo de 2010

LA CELEBRACIÓN DE LA MANCHA acto II


Vaca y ternero, de la madre surge el hijo

Texto Proyecto AURA DICTA

Proyecto AURA DICTA
Por Alberto Palomera
Este proyecto surge, cuando me encontraba escribiendo un relato [del que posteriormente se hará un vídeo], sobre la visita de un personaje al Museo del Prado y las conversaciones que mantiene con un copista muy peculiar. Estaba copiando “La extracción de la piedra de la locura”, un óleo sobre tabla de 48x35cm pintado por El Bosco hacia 1475; El copista, ataviado con un gran embudo como sombrero, solo pintaba una piedra, que la perfeccionaba con interés y muchas horas de dedicación y día tras día el visitante del museo acudía puntualmente a dialogar con este pintor tan especial; hablaban de arte, de aprender a mirar, y de cómo extraer el alma de las obras… cuando da por finalizada la copia, el pintor copista, saca de su bata un bisturí y recorta el lienzo, extrayendo con sumo cuidado la piedra, que, en un acto solemne, levanta su sombrero-embudo y se coloca la piedra pintada en la cabeza. Titula la obra: “La instalación de la piedra de la locura”… Es la idea de ir más allá de la propia representación, de una vuelta de tuerca; Me vino a la memoria el libro de Walter Benjain “la obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, donde habla del Aura, entonces comencé a investigar sobre la percepción, los “modos de ver” de los que habla John Berger y sobre el poder de las imágenes. De todo este trabajo de campo, nace el proyecto.
AURA DICTA (juego de palabras que remite al libro “Aurea Dicta” de máximas, dichos, proverbios y locuciones de la antigüedad grecolatina de personajes célebres, como resumen de la tradición clásica y del latín como idioma culto), en este caso, el título del proyecto, juega con el del libro mencionado, por su similar sonoridad, pero no habla de dictados de oro, sino de lo que dicta el aura en las pinturas, de lo que nos dicen y cuentan cuando nos acercamos desnudos y sin prejuicios; del pálpito con el cuadro original, de ese aura que hablaba Walter Benjamin y a su vez, una atención a los copistas del Prado y la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, que día a día recogen parte de la energía, del aura que emana de las pinturas. Aunque realicen una copia, no es lo mismo que la reproducción en masa y la fría técnica de la mecánica avanzada y por consiguiente la pérdida del aura, ellos copian fragmentos o formato más pequeño, no son máquinas de reproducir, no son la causa del mal actual (de sustituir replica por original) con sus copias, permanece el aura, hay un pulso con el maestro, un respeto de colega. Aprenden haciendo, por medio de la experiencia, lo que les dicta la obra, desde “el observo y experimento” que ahora está en desuso. Al menos están cerca del AURA y pueden vislumbrar algún destello.
Pero mi trabajo, no es ser copista, sino buscar el aura desde el concepto, desde un trabajo intelectual y contemporáneo. Es acercarme a unas pinturas elegidas del Museo del Prado y la Academia de BBAA de Madrid, pintadas hace más de 100 años y conversar con ellas, realizando apuntes, bocetos y tomando notas de lo que me cuentan en vivo y en directo, y transitar por los atelieres donde se gestaron y después, en mi estudio, realizar una obra conceptual, (no copia sino apropiación aurática) con la esencia de su aura en cuadros a modo de retablos, suites o en una sola obra (como fragmento de tabla central o lateral) o en dípticos, trípticos e incluso polípticos; el tamaño irá en función de cada obra. La técnica será siempre un medio y no un fin; las obras estarán compuestas por fotografía, pintura, collage, dibujo o audiovisual, pero no todo en todas, sino lo que demande cada propuesta.
Cuando desarrollas un proyecto, te vacías, lo das todo para que funcione, pero después, se abre un abismo, un vértigo te invade hasta el siguiente. Casi dos años han transcurrido desde el proyecto anterior; Todos van dejando rastro, una senda que hay que transitar solo, y poco a poco se va gestando la siguiente idea. Cuando está madura, tienes que creer en ella, trabajar en serio y con un discurso sólido. En estos momentos, me encuentro en la fase creyente, entusiasmado con la idea. Siempre que se hace un viaje, y un proyecto tiene algo de viajero, se trabaja con la emoción de lo que está por venir.
Notas sobre la percepción, y la pérdida del aura en torno al libro de Walter Benjamin “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” 1936.
Por Alberto Palomera
Pero… ¿Cuál es el problema hoy? Será que los postulados de Walter Benjamin se nos han ido de las manos. El hombre pierde sensibilidad. Hasta aquí, todo correcto; es lo que todos conocemos como avances de la civilización, civilizada, que poco a poco va comiendo territorios. Engulle su propia tierra cual caníbal insaciable, pero la digestión es demasiado pesada y le repite la comida. Porque, lo que de verdad sabe hacer el hombre, es repetir, repetirse, quizá, sea lo único que sabe hacer. Hay muy poca diferencia entre el campo y la playa ¿Dónde vamos hoy? –me da igual, cariño. Y desde luego, como sigamos con esta carrera, tampoco entre la ciudad y el pueblo. Todos son lugares comunes, sitios, a los que cuando llegamos de visita, nos atrapa una extraña sensación de déjà vu. Vamos al lugar, sin mucho ánimo, solo por ir, porque está bien visto y ¡faltaría más! perderme ese espectáculo, no me lo perdonarían mis supuestas amistades. Nos han anestesiado el criterio. Autopistas, túneles para accesos rápidos, para llegar, depositar y marchar. Esa es nuestra aldea global, esa, donde todos vamos a las mismas ruinas que hemos construido con ahínco. Es muy difícil encontrar a gente que va a los lugares con entusiasmo. Y cabría preguntarse por qué. El hombre mira, pero no ve (PREFIERE LAS REPPRODUCCIONES, las ve solito en casa o simplemente mira sin detenerse, SUPERFICIAL) tras un vistazo fugaz, algo así como la velocidad de la luz. Y yo me pregunto ¿Dónde está el disfrute? Esos soplos fugaces (como las estrellas) ¿son realmente brillantes? O solo sirven para satisfacer la ansiedad momentánea para después buscar el siguiente instante que no se saborea y ni siquiera se sabe si ha sucedido, para pasar al siguiente y así sucesivamente en una ansiedad perpetua, en una insatisfacción que va in crescendo a medida que buscamos lo que nos dan masticado e incluso digerido. Usted, solo abra la boca o ni eso, mire pero no vea, nos dice una voz interior. ¿Es eso lo que busca está sociedad? O será una mutación de la especie. ¿Y la calidad, dónde está? Estamos en una sociedad superficial, pasa por la materia que tiene delante corriendo, sin detenerse. ESO ES LO QUE HA CONSEGUIDO LA REPRODUCCIÓN EN MASA, NO VER, mirar mucho, pero sin sustancia, por eso: HAY QUE RESCATAR LA SUSTANCIA DEL AURA, De lo que hablo, es de dedicarle el tiempo que se merece la actividad, del contacto con el objeto, del pálpito de la obra, del AURA original, que algunos humanoides, empiezo a pensar que están perdiendo la capacidad de “tacto, de vista y de todos los sentidos” menos el del ser alienado, el del borreguismo y consumismo disfrazado de cultura, puede que sea a causa de la evolución de las especies y como decía mi amigo Darwin la selección natural debe continuar, imparable. La verdad es que nos lo ponen a huevo. Las tiendas de “a euro” donde la cinta adhesiva no pega o nunca se despega y las grandes y enormes superficies, copia de copia que nos venden reproducciones y felicidad con sonrisa etrusca.

Anotaciones, apostillas y reflexiones
De Alberto Palomera al siguiente texto:
Tesis (fragmento) sobre Walter Benjamin en “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” DONDE SE HABLA DEL AURA ( Alvaro Andrés Villegas)
¿En que transforma la reproductibilidad técnica al arte?, antes de contestar esta pregunta debemos visualizar como es concebida la obra de arte por Benjamin antes de ser reproducida técnicamente a gran escala. Ésta es un objeto singular, auténtico. "El aquí y el ahora del original constituye el concepto de su autenticidad."(Benjamín, 1982a: 21), la obra de arte original es ante todo auténtica, y su autenticidad puede ser comprobada por diferentes métodos. La singularidad y la autenticidad le dan a la obra de arte su aura, concepto bastante cercano al esbozado por Karl Kraus sobre la palabra: "Cuando más de cerca se observa a una palabra, desde más lejos parece que nos mira."(Kraus, en: Benjamín, 1970: 183). Retomemos ahora la definición de aura: "Definiremos esta última como la manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana que pueda estar). Descansar en un atardecer de verano y seguir con la mirada una cordillera en el horizonte o una rama que arroja sombra sobre el que reposa, eso es aspirar el aura de esas montañas, de esa rama." (Benjamín, 1982a: 24). Mientras la obra de arte sea única, es decir, no sea reproducible técnicamente hasta tal grado que deje de ser importante si es el original o si es la copia, se le podrá ubicar dentro del contexto de la tradición. "Esa tradición es desde luego algo muy vivo, algo extraordinariamente cambiante. Una estatua antigua de Venus, por ejemplo, estaba en un contexto tradicional entre los griegos, que hacían de ella objeto de culto, y en otro entre los clérigos medievales que la miraban como un ídolo maléfico. Pero a unos y a otros se les enfrentaba de igual modo su unicidad, o dicho con otro término: su aura." (Ibid: 25).
VI
¿Pero de dónde de procede el aura, cuál es la tradición que la anima? Para Benjamin "La definición del aura como "la manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana que pueda estar)" no representa otra cosa que la formulación del valor cultual de la obra artística en categorías de percepción espacial-temporal. Lejanía es lo contrario que cercanía. Lo esencialmente lejano es lo inaproximable. Y serlo es de hecho una cualidad capital de la imagen cultual. Por propia naturaleza sigue siendo "lejanía, por cercana que pueda estar". Una vez aparecida conserva su lejanía, a la cual en nada perjudica la cercanía que pueda lograrse de su materia." (Ibid: 26). Gracias a Scholem en "Historia de una amistad" sabemos que Benjamin estaba interesado en los trabajos de Bachofen y Preuss sobre las sociedades animistas y fetichistas; si en la sociedad capitalista las relaciones sociales y el mismo hombre son reificados y puestos a circular como mercancías, en estas sociedades los objetos son concebidos como entidades animadas, únicas, y utilizadas como objeto de culto. La obra de arte tiene un origen similar ya sea en la cueva de Altamira, de Lascaux, o en los diversos lugares donde se han encontrado las denominadas Venus paleolíticas, las primeras muestras artísticas de la comunidad están asociadas a celebraciones mágico-religiosas, y como hemos visto gracias a la etnografía, los objetos de culto tienen casi siempre una larga tradición sobre sus espaldas, son únicos, auténticos, deben ser manejados con cuidado para no romper los tabúes y provocar catástrofes de grandes dimensiones, en esta medida el objeto artístico utilizado en una actividad ritual será siempre lejano por más cercano que pueda estar, pertenecerá a la esfera de lo sagrado, a los tiempos primigenios, al origen, nunca a la vida cotidiana y a nuestro tiempo, será en definitiva inaproximable. Habrá que aproximarse, mirar y no VER y extraer la esencia como San Juan de la Cruz, cuando decía “no hemos venido aquí para ver sino para no ver”.VII
Para Benjamin, "Toda expresión de la vida espiritual del hombre puede concebirse como una especie de lenguaje, y este enfoque provoca nuevos interrogantes sobre todo, como corresponde a un método veraz." (Benjamín, 1999: 59). "En este contexto, el lenguaje significa un principio dedicado a la comunicación de contenidos espirituales relativos a los objetos respectivamente tratados: la técnica, el arte, la justicia o la religión. En una palabra, cada comunicación de contenidos espirituales es lenguaje, y la comunicación por medio de la palabra es sólo un caso particular del lenguaje humano, de su fundamento o de aquello que sobre él se funda, como ser la justicia o la poesía." (Ibid: 59). Vemos entonces que el arte es un lenguaje, pero "¿Qué comunica el lenguaje? Comunica su correspondiente entidad o naturaleza espiritual. Es fundamental entender que dicha entidad espiritual se comunica en el lenguaje y no por medio del lenguaje." (Ibid: 60). El arte comunica en un primer momento su aura, su naturaleza espiritual, ¿pero su aura permanecerá siempre para poder ser comunicada? Claro, para los que se acercan DESNUDOS y sin prejuicios.VIII
En la época de la reproductibilidad técnica a gran escala del arte, éste se seculariza, ya no es lejano, por el contrario se acerca a las masas y es producido para las masas. ¡cuidado! Si el arte asociado al culto no podía ser visto sino por unos pocos, generalmente los iniciados religiosos, en la época de su reproductibilidad técnica se privilegia su valor exhibitivo desdeñando su valor cultual. "Con los diversos métodos de su reproducción técnica han crecido en grado tan fuerte las posibilidades de exhibición de la obra de arte, que el corrimiento cuantitativo entre sus dos polos se torna, como en los tiempos primitivos, en una modificación cualitativa de su naturaleza. A saber, en los tiempos primitivos, y a causa de la preponderancia absoluta de su valor cultual, fue en primera línea un instrumento de magia que sólo más tarde se reconoció en cierto modo como obra artística, y hoy la preponderancia absoluta de su valor exhibitivo hace de ella una hechura con funciones por entero nuevas entre las cuales la artística -la que nos es consciente- se destaca como la que más tarde tal vez se reconozca en cuanto accesoria." (Benjamín, 1982a: 30). El arte se transforma, pierde su aura, ya no es más el mismo arte asociado al culto sino que es un arte producido para la exhibición. ¡OJO! En suma el arte cambia porque en una concepción de la historia como estado de emergencia los fenómenos hacen un recorrido histórico lleno de discontinuidades, rupturas, fragmentaciones y mutaciones. Pero como lenguaje el arte debe comunicarse, ¿qué comunica el arte cuando ya no posee aura? Si la posee, solo hay que saberla ver.IX
Las transformaciones a las que está sometida el arte no corresponden a un fenómeno aislado, por el contrario deben ser relacionadas con el resto de los fenómenos que acaecen en el mundo simultáneamente. En esta medida la pérdida del aura en el arte comunicará cambios en la superestructura que se manifiestan más lentamente que los cambios ocurridos en la infraestructura. Dentro de la superestructura tal vez la transformación más importante posibilitada por la reproducción técnica del arte sea los cambios en la percepción sensorial. "Dentro de grandes espacios históricos de tiempo se modifican, junto con toda la existencia de las colectividades humanas, el modo y manera de su percepción sensorial. Dichos modo y manera en que esa percepción se organiza, el medio en el que acontecen, están condicionados no sólo natural, sino también históricamente." (Ibid: 23). Al respecto Benjamin nos dice que "El cine no sólo se caracteriza por la manera como el hombre se presenta ante el aparato, sino, además, por cómo con ayuda de éste se representa el mundo en torno." (Ibid: 46). El cine y en particular la utilización de la cámara cinematográfica abre posibilidades de percepción que anteriormente eran impensables, permite aislar sus elementos y, por tanto, analizarlos. "Por su virtud experimentamos el inconsciente óptico, igual que por medio del psicoanálisis nos enteramos del inconsciente pulsional." (Ibid: 47). No estoy en contra del cine y la fotografía, son medios muy válidos, el problema viene de las reproducciones en masa y de la SUSTITUCIÓN DE LA COPIA POR EL ORIGINAL, no es que pierda el AURA, es que esta sociedad lo hace invisible, vamos camino de que desaparezcan todos los originales, el futuro ya está aquí, llegan “los replicantes” y no son de película. La reproducción técnica de la obra, está bien porque democratiza y acerca la cultura al hombre, pero lo grave es, esa sustitución por el original, como ya está ocurriendo (en pintura) puede que solo podamos admirar las copias y como ocurre con el grabado se destruya la plancha original. Quizá en pintura, cuando se acabe de pintar la obra, se reproduzca inmediatamente en una gran tirada y se destruya el original, de ésta manera eliminamos el problema del AURA y directamente nos quedamos con la copia y así generación tras generación el hombre va perdiendo sensibilidad y convirtiéndose en máquina. La realidad siempre puede superar a la ficción.
Este, no pretende ser un discurso pesimista, ni mucho menos, estamos en la sociedad que nos toca vivir, pero hay que estar atento y rechazar la mediocridad imperante, hay que hacerse un criterio de selección y evitar los dictados de la globalidad, que hace de todo una franquicia; lo que alerta, es una reivindicación de ese aura perdida, de esa parcela, de ese pálpito que todavía nos queda a los que de verdad amamos el arte.

Pero no es solamente esto, el cine además de posibilitar nuevas formas de percepción también transforma las formas de contemplación anteriores, es más podríamos decir que en sentido estricto el cine no es contemplable, el espectador no puede fijar las imágenes, éstas pasan rápidamente y golpean al espectador, que cuando se dispone a contemplar la imagen que lo impacto es nuevamente golpeado por una imagen diferente, diferencia crucial con la pintura que es una obra de arte hecha para la contemplación, "quien se sumerge en ella; se adentra en esa obra, tal y como narra la leyenda que le ocurrió a un pintor chino al contemplar acabado su cuadro. Por el contrario, la masa dispersa sumerge en sí misma a la obra artística." (Ibid: 53), tal como acontece en el cine. Muchos autores argumentaban en la época de Benjamin que el cine no era arte porque no era contemplado, sino simplemente visto; Benjamin por el contrario pensaba que el cine era una arte que junto con la fotografía había cambiado la noción misma de arte, el arte en la era de la producción masiva es producido masivamente en los dos sentidos de la palabra, producido en masa y para las masas.
X
¿Pero qué implicaciones tiene un arte masivo? Para algunos el consumo e incluso la participación en la producción de cine de una gran cantidad de personas es un signo de democratización del arte nunca antes visto. Eso sí, está bien, el cine y la foto, el diseño gráfico… pero del resto de replicas, de copias fieles, de cuevas, objetos, de casi todo, que sustituyen al original y aniquilan el AURA (menos mal que todavía se salva gran parte de LA PINTURA) habrá que aprovechar mientras nos podamos acercar a escuchar su pálpito y se pueda encontrar su aura. Algunos aunque estén frente a las pinturas horas, una eternidad, nunca verán nada, no percibirán el aura que emana, porque no se desnudan, no se despojan de otro aura que tienen instalado, el de la banalidad, no les interesa, no quieren complicarse, no hay tiempo, la reflexión y el pararse a pensar no es para ellos, prefieren una reproducción.

Alberto Palomera, Enero de 2010.